martes, 8 de enero de 2013

Diviértete entre cuentos y fabulas motivacionales


  Entre cuentos y fabulas para conseguir el éxito a través de la motivación

FABULA DE UN SAPO

Fábula:

Se realizó una competencia de Sapos. El objetivo era llegar a lo alto de una Montaña.

La expectativa fue tal, que se junto una gran multitud en las gradas. A las pocas horas de iniciada la competencia, los avances eran muy pobres, entonces la multitud creyó que nadie lograría alcanzar la cima, se comenzó a escuchar:
“¡Qué pena !
Esos sapos no lo van a conseguir … ¡no lo van a conseguir!…”

Muchos sapitos desistieron.

Había uno que seguía con el mismo empeño del principio y continuaba subiendo en busca de la cima.

La multitud continuaba gritando :
“¡Qué pena !
Tampoco ese sapo lo va a conseguir … ¡no lo va a conseguir…!”

Muchos sapitos volteaban a ver las gradas, luego al objetivo y se daban por vencidos, pero había un sapito que seguía y seguía tranquilo con igual fuerza.

Pasaron horas de competencia, casi todos desistieron, pero ese sapito, siguió y pudo llegar a la cima con todo su esfuerzo.
Todos los que se habían dado por vencidos quisieron saber la CLAVE. Al acercarse a felicitarlo y preguntarle cómo había conseguido llegar a la cima. Descubrieron que… ¡era sordo!

¡No permitas que comentarios y hábitos negativos derrumben la esperanza de tu corazón!

Recuerda siempre el poder que tienen las palabras que escuchas o actitudes que te rodean. Para bien y para mal. Preocúpate por ser siempre POSITIVO.

Moraleja: ¡Oídos sordos cuando alguien te diga que no puedes realizar tus sueños!



CORAZÓN DE ÁGUILA

Corazón de águilaHabía una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un polluelo de águila herido. Se lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en su corral. El ave aprendió a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como estos. Un día, un naturista que pasaba por allí le preguntó al granjero:

- ¿Por qué este águila, el rey de todas las aves y pájaros, permanece encerrado en el corral con los pollos?

El granjero contestó:

- Me lo encontré malherido en el bosque. Le he dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado a ser como un pollo. No ha aprendido a volar... ya no es un águila.

El naturista dijo:

- Es bonito de tu parte haberle recogido y haberle curado y cuidado, sin embargo, tiene corazón de águila y con toda seguridad se le puede enseñar a volar. ¿Qué te parece si le ponemos en situación de hacerlo?

Le respondió el granjero:

- No entiendo lo que me dices. Si hubiera querido volar, lo hubiese hecho; yo no se lo he impedido.

- Es verdad, tú no se lo has impedido, pero le enseñaste a comportarse como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñáramos a volar como las águilas?

- De acuerdo, probemos —aceptó el granjero.

Animado, el naturista al día siguiente sacó al aguilucho del corral, lo cogió suavemente en brazos y lo llevó hasta una loma cercana. Le dijo:

- Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo...

Estas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho. Estaba confuso y al ver desde la loma a los pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos. Creyó que había perdido su capacidad de volar y tuvo miedo. Sin desanimarse, al día siguiente el naturista llevó al aguilucho al tejado de la granja y le animó diciendo:

- Eres un águila. Abre las alas y vuela. Puedes hacerlo.

El aguilucho tuvo miedo de nuevo de sí mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca lo había contemplado desde aquella altura. Temblando, miró al naturista y saltó una vez más hacia el corral. Muy temprano al día siguiente el naturista llevó al aguilucho a una elevada montaña. Una vez allí le animó diciendo:

- Eres un águila, Abre las alas y vuela.

El aguilucho miró fijamente los ojos del naturista. Éste, impresionado por aquella mirada, le dijo en voz baja y suavemente:

- No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas, pero ya verás como vale la pena intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros corazones de águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qué fuerza tienen tus alas.

El aguilucho miró alrededor, abajo hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, para que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir ver las dimensiones del vasto horizonte. Fue cuando abrió sus potentes alas. Se irguió soberana sobre sí misma. Y comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. Voló. Y nunca más volvió. Había recuperado por fin sus posibilidades.

Maestro: Todos tenemos un águila en el corazón, pero hubo personas que nos hicieron pensar como gallinas. Y aun pensamos que efectivamente somos gallinas. ¡Pero somos águilas! Abrid las alas y volad. Volando como águilas. Jamás os contentéis con los granos que os arrojen a los pies para picotearlos. Demasiados tememos volar, y ese águila muere creyéndose gallina. No permitas que siga con su potencial escondido, dale ese empujón que necesita para expandir sus alas.




6 comentarios:

  1. QUE BUENO QUE EXISTAN PERSONAS QUE ESCRIBAN Y PUBLIQUEN COSAS POSITIVAS, FELICITACIONES Y GRACIAS.

    ResponderEliminar
  2. De acuerdo, hagamos algo positivo, sobre todo pensando en la niñez y juventud.

    ResponderEliminar
  3. es unbuen exito para las personas okis okis

    ResponderEliminar